El imperio de los likes

Alberto Ruiz

Por 04 de agosto de 2016

Imagen sobre likes

Las redes sociales son un escaparate insuperable para todo tipo de presentaciones presuntamente creativas. Todo el mundo dispone de su propio espacio para reivindicarse y todos somos publicistas de nuestra propia obra. Hoy ya no es necesario ser un profesional destacado para destacar, valga la redundancia, en Instagram, un mundo virtual donde solo cuenta el número de likes, no tanto quien hay detrás de cada uno de esos likes. Para algunos, esta democracia ilimitada que reina en las redes es la gran revolución de nuestros días, porque ofrece a todos una oportunidad antes solo reservada a una minoría.

No negaremos ahora las gigantescas posibilidades que internet ha traído consigo. Información al instante, comunicación sin cables ni barreras, interactividad, inmediatez, conocimiento inabarcable. Es como tener el mundo en nuestro bolsillo y disponible 24 horas. Pero en estas virtudes también radican sus principales defectos. Cada vez cuesta más separar el grano de la paja, lo sustancial de lo intranscendente, lo esencial de lo accesorio. El ruido apenas deja escuchar la música.

Internet, además, incita al atrevimiento, a sacar a escena al artista que todo el mundo lleva dentro, ya sean profesionales o aficionados. Y empezamos a ver interpretaciones, recreaciones o reproducciones “a mi manera” de obras clásicas de la pastelería. Versiones que en la mayoría de los casos no aportan nada interesante y, al contrario, terminan por generar confusión con respecto al original. Por no hablar de falta de respeto.

No debe ser casualidad que el país en el que menos se practica este exhibicionismo pseudo creativo, sea el mismo que mayor respeto manifiesta por el oficio, por sus maestros, por sus escuelas, por la calidad de sus productos. La pastelería en Francia es un patrimonio, y como tal hay que respetarlo y protegerlo. En este contexto se enmarca la Asociación Relais Desserts, a cuyo último seminario tuvimos el privilegio de asistir. Son guardianes de la alta pastelería y transmisores de sus valores.

Desde Dulcypas queremos reconocer esa labor que se realiza desde la mencionada asociación y desde otras entidades a favor del rigor y de la preservación de la buena pastelería. Difícil tarea en una era digital en la que mandan los likes en medio de un descomunal ruido.


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