¡Do it yourself, maestro!

Alberto Ruiz

Por 26 de septiembre de 2013

La corriente DIY (do it yourself) recorre el mundo. Muchos y sobre todo muchas se han apuntado a la jardinería, al crochet y también a la repostería. ¿Por qué comprárselo a otro si lo puedo hacer yo solito o solita en casa?  

Todos conocemos, y en algunos casos sufrimos, a alguien de nuestro entorno entusiasmado con el fenómeno “cake design” en todas sus manifestaciones, formas y colores, sobre todo colores. Es lo que tiene la creatividad desbocada. “Yo no soy un/una profesional pero…”. Y se queda orgulloso/a esperando a que tú le digas: “impresionante. Ya quisieran muchos maestros pasteleros”.

La pastelería profesional artesana tiene muchos frentes abiertos. El último los forman estos artistas domésticos que después de un curso de media tarde dicen haber encontrado su verdadera vocación. Y no se conforman con las rosquillas, la tarta de manzana o el bizcocho de yogur. Están llamados/as a asombrar al mundo con sus diseños y su sentido cromático de la vida.

Evidentemente, esta espantosa moda no puede ser la principal amenaza del sector. Pero sí podemos interpretarla en un sentido positivo. ¿Qué es lo que envidian los pseudo-pasteleros de los maestros de verdad? Sobre todo y por encima de todas las cosas su profesionalidad, es decir, su talento creativo y su habilidad artesana. Pues bien, esas son las armas. No hay mucho futuro si nuestro principal competidor es por un lado el ama/o de casa y por otro lado la sección de congelados del supermercado.

Sería bueno recoger el guante de Christophe Michalak, quien en una entrevista reciente concedida a Dulcypas, apostaba sin ninguna duda por la pastelería fresca, artesana, hecha cada día, sin excesos decorativos ni artificialidades. Esa es la receta del futuro. Una pastelería equilibrada, bien diseñada y mejor ejecutada. Artesana y hecha cada día por el maestro, que para eso es el maestro. Ese es o debería ser el verdadero “do it yourself” pastelero.


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